Capitulo 6
EL ÚLTIMO VALS
1 MES DESPUÉS.
Un, dos, tres…
Un, dos, tres…
Es como si la ciudad se inundara del ritmo de mis pasos. Un
ritmo pasivo, tranquilo, suave, amenazadoramente romántico y exquisitamente
único.
Recuerdo que antes de eso, Armando acomodó discretamente su
Ipod en el chasis de un Tsuru desvencijado y sucio que estaba en el rincón de
un estacionamiento. De inmediato y después de eso se empezó a escuchar la
canción que estoy segura nos uniría a los dos, al menos en ese instante. Una
canción que me sonó muy familiar y conocida, supe que ya la había escuchado
pero no recordaba en donde ni hace cuanto tiempo había sido. Escuché una voz
que decía:
“Your love is magical, that's how I feel
But in your presence I am lost for words
Words like, "I love you."
-Me gusta- le dije con una sonrisa discreta en el rostro
-Michael Jackson ¿no te acuerdas de eso verdad?- respondió
invitándome al centro de la pista…bueno, en la que en realidad era un lugar
vacío en medio del estacionamiento. Tomó mi cintura con su mano izquierda y
enlazó mis dedos con su mano derecha.
-Nuestro… primer baile- respondí recordando de nuevo la
primera fiesta donde lo vi por primera vez-Desde luego que es la canción de
nuestro primer baile pero, espera, espera…- traté por todos los medios de recordar
cómo se llamaba la canción pero no podía llegar hasta ese recuerdo y lo único
que hacía era recordar su olor en mi nariz y su camisa negra que odie esa
fiesta porque no se le veía bien, aunque después de 2 años hasta la apariencia
de aquel muchacho había cambiado.
-¿Qué es lo que escuchas todos los días, es importante para
todo ser humano y desgraciadamente lo dejamos pasar como si fuera cualquier
cosa?
Vaya, una adivinanza. Armando cuando quería era difícil y
con sus acertijos me hacía sentir algo estúpida.
-Emm… ¿La naturaleza?- respondí apenada por la respuesta.
Armando dio el primer paso haciéndome bailar.
-Tienes que ver con eso…si, si, desde luego que tiene que
ver con la naturaleza pero hay algo más. Digámoslo que es algo mas- se detuvo
un poco, miró al cielo y después de vacilar un momento, regresó su mirada a mi
rostro- interno.
-¿Algo más interno?- <<Jimena recuerda, por favor
recuerda ese día>> pensé para mis adentros.
-If they
say: Why, why, thell’em that it’s…- Armando canta bien. Su voz hizo que
mi piel se enchinara y me pusiera roja. La verdad no me importaba ya si me
ponía roja o no. Él estaba ahí, estaba Armando, había regresado y de nuevo
estábamos bailando como siempre lo habíamos querido, sabiendo lo que en
realidad necesitábamos saber desde el inicio, sabiendo que estábamos enamorados,
íntimamente y universalmente enamorados <<No Jimena, no es un
sueño>> me repetía cientos de veces en la cabeza y de pronto, recordé a
que canción se refería Armando.
-Oh, ¡ya! ¡ya!…¡Human Nature!- Salte un poquito sobre las
zapatillas y me acerqué más a él- pero…¿estaba equivocada?- le cuestioné porque
creo que mi respuesta estaba cerca del título de la canción.
-Sí, naturaleza…pero hay algo más íntimo,- decía Armando
sujetando las palabras en el aire- el corazón.
Nunca podía ver las cosas como las veía él. Para Armando
todo tiene una razón de ser, todo te enseña y todo tiene una lección. Me
sorprendía saber que de una sola canción podía crear un universo paralelo al
nuestro, casi casi podía sentir que Armando había escrito la canción y el significado
lo sabía por lo mismo. Lo único que bastaba era compartirlo conmigo y hacerme
sentir ese intenso cosquilleo en mi pecho porque creía en eso, creía que quizás
y el universo conspiraba a nuestro favor.
Aunque ya anochecía pude ver que sus pasos estaban guiándome
mágicamente hacia un momento único e incomparable. Dejé que por primera vez el
guiara completamente mis pies y mi cuerpo y sinceramente lo hacía demasiado
bien, la verdad no se dé donde rayos lo había aprendido pero aparte de
boquiabierta me dejó casi sin respiración.
-Naturaleza Humana- repetí- a eso te refieres ¿verdad?
-Sí y nunca le ponemos atención. Es algo tan normal que
siempre pasa desapercibido y se nos olvida creer en el amor, en un amor natural
y sincero. Un amor sin condiciones ni limites, un amor humanamente natural
Jimena.
-Y ¿Qué hay del corazón?- a veces me sentía torpe, los
nervios me traicionaban y no me hacían bailar como lo hacía normalmente.
-Nunca vas a saber o sentir lo que siente en realidad el
corazón de una persona aunque sea lo demasiado cercana a ti, eso es algo muy
obvio y hasta lógico ¿no? te estoy hablando de la razón - respondía bailando
con gracia- pero hay una parte que te hace saber en realidad la verdad y te
hace creer en ese final donde los corazones terminan unidos para ser uno solo,
esa parte…- tomó aire y terminó-…es la fe.
-¿La fe?- respondí perdiendo el hilo de todo lo que me
quería decir, traté de recuperar todas las palabras que estaba diciendo pero
creí haberme perdido en alguna ¿La fe en algo tan complejo?
-Si Jimy, la fe. De hecho tienes que saber que la fe no es
algo que se separe de la razón y mucho menos
del corazón, de hecho van unidos. El punto aquí es que muchos no lo
toman así y es por eso, por ese pequeño gran detalle que no sueñan.
Los sueños, es muy cierto. Para soñar necesitas tener fe, fe
en que lo que empieza terminará como lo imaginas o aún mejor que eso, es creer
que lo que empieza con un baile y una palabra como un simple “Hola”, terminara
en un baile para siempre. Creo saber a qué se refería con todo lo que me decía.
Un silencio se escuchó después de que terminó la primer
canción que había puesto Armando, sin darnos cuenta seguíamos bailando y creyendo
en un futuro. Quizás y él pensaba lo mismo que yo y ¿Qué era?, un secreto.
-¿Tuviste fe?
-Sí- respondió Armando.
-¿Aún después de que escribiste la carta?
-Aún después de saber que mi mundo se derrumbaba. Aún
después de cada terapia con la doctora. Aún después de las noches que soñaba
que te perdía. Aún después de sentirme solo y extrañarte. Aún después de saber
que jamás te volvería a ver. ¿Qué si tenía fe?- rió por lo bajo- Jimena- acercó
su frente a mi frente, se agachó un poco más y yo sentí que moría; su perfume,
sus manos, su voz, su cuerpo, su ser entero justo aquí, enfrente de mí y saber
que mi sueño se había convertido en realidad- mi fe me hizo creer en un sueño
que quizás sería imposible, y ese sueño se volvió realidad. Ese sueño eras tú.
Si sintieras lo mínimo que yo sentía en ese momento sabrías
lo que en verdad es amor. No nos besamos, no lo volvimos a hacer, pero
simplemente era estar ahí, en silencio, bailar sin ninguna melodía más que la
del mundo que giraba debajo de nuestros pies. Estar de frente y sentir nuestros
corazones y creer, simplemente creer que el futuro podría ser difícil pero no
imposible a su lado.
-¿Y tú?... después de tanto tiempo…- interrumpí su oración
-Estoy aquí. Luché por lo que quería, luché por ese sueño y
lo tengo aquí- me detuve y fui sincera completamente- y créeme que es el sueño
más hermoso que eh soñado jamás.
-Yo quiero que sepas algo- vaciló- volverá la oscuridad
Jimena- Armando dejó de bailar y me miró seriamente- quiero que sepas que el
pasado se meterá hasta en el rincón menos imaginado, pero al menos quiero que
sepas que mi razón, mi corazón y mi fe siempre creerán en ti y sabrán hacer
crecer lo que sentimos los dos. Con cordura, con pasión y soñando hasta el
último momento.
No se sí eso era un buscapié pero, decidí hacerme la
desentendida y esperar que el hiciera la propuesta. Era lo que nos bastaba,
sellar el compromiso y terminar de una vez por todas con todo lo demás. Era la
oportunidad para salir de ese viejo estacionamiento feliz, con una sonrisa y
tomada de su mano. Era la hora de recuperar el tiempo que habíamos perdido y
era momento de abrazarlo como jamás me hubiera imaginado abrazar a una persona
en toda mi vida, pensando en aquellos días llenos de su ausencia. Era momento
de pensar en sorprenderlo cada mañana y cada noche, de ser solo de ella y de
esperar el tiempo adecuado. De soñar con el siguiente paso y de seguir adelante
juntos. Sí, si él me proponía ser su novia obviamente no me negaría, no lo
haría ni por la fortuna más grande este mundo. Solo bastaba escucharlo hablar,
solo eso.
-¿Ya viste el sol?- rayos, esa no era la pregunta que
esperaba.
-No lo veo muy bien pero ya casi está desapareciendo, se ve
hermoso el cielo azul ¡muy muy bonito!- después quise aterrizar mi idea y dar
aunque sea una pequeña pauta- ¿Crees que el cielo este diseñando una nueva
página para nosotros?- le indiqué.
-No lo sé- miró con toda atención las últimas luces de vida
del sol y terminó- pero creo que lo que importa demasiado no es el final de la
historia, sino el trayecto porque – toco mis manos- tu lo harás especial- su
sonrisa amplia y sincera me estaba aniquilando el pensamiento y estaba haciendo
que mi corazón se azotara de pared en pared.
Armando, mirando el reloj con asombro, solo me dedicó una mirada de sorpresa en lo
que con ojos llenos de emoción y asombro solo dijo - Dios mío, ¡es demasiado
tarde Jimy!
-¿Demasiado tarde? Pero si apenas y…
-¡Me tengo que ir y tú también! – No sabía a lo que se
refería con “demasiado tarde” si apenas y nos daban las 7:30 pm o igual y las
8. También no era algo razonable debido a que apenas habíamos llegado ahí hace
unos instantes.
De pronto llegó un taxi justo a la entrada del
estacionamiento y nos miró como si nos estuviera esperando.
-Ven Jimy, corre- me tomó de la mano y me obligó a correr en
dirección al taxi- a ti es a la que se te va a hacer más tarde y eso ahora ya
no es una buena señal.
-Oye pero…como que se nos va a hacer…- seguía tomando mi
mano y llevándome al taxi, su mirada no me hacía dudar de una buena intención
departe de Armando pero aún así todo eso no me era algo normal-… ¡espera
Armando!
-No, definitivamente no podemos- ¿Podemos? Armando seguía
sincronizando su reloj y mirando el cielo que se estaba estrellando- rayos.
Sería mejor que te metieras, te va a llevar a tu casa- Armando miró al
conductor y este a duras penas le devolvió la mirada tras los anteojos negros
que llevaba puestos- yo tengo que llegar temprano sino…- se tocó la frente y
agacho la mirada con desesperanza
-Armando ¿estás bien?- le toqué el rostro y me miró
brindándome confianza
-Sube Jimy, no quiero que vayas sola a tu casa. Disculpa que
no haga lo correcto al llevarte hasta allá pero…-su voz sonaba aún mas
estresada y apurada que antes-…no puedo perder más tiempo.
-Armando pero no te puedo dejar así aquí- le repliqué
acercándome a su cara- me tendrás con el pendiente y no…
-Jimy, hazlo por mí- tomó mis manos que antes descansaban en
sus mejillas y por última vez me invitó a subir en el taxi- confía en mí, por
favor solo confía. Más tarde te marcaré a tu celular- me preocupe demasiado y
mi garganta se comenzó a cerrar- sabrás mas al rato porque me tengo que ir-
vacilé un momento más y al cabo de unos segundos subí al taxi mirando su cara-
solo ten fe ¿ok?- su voz no sonó como siempre sino más alterada, no me
convencía nada y mis nervios se comenzaban a poner de punta- ten fe en que
algún día me volverás a ver- cerró la puerta sin pensarlo dos veces y el taxi
avanzó.
-¿Armando? No… ¡No por favor!- “¿Ten fe de que algún día me volverás a ver?”. Una fuerza extraña
hizo presión en el fondo de mi corazón y solo vi que su cara me miraba a través
de la ventana. No quitó su mirada de la mía y solo me mando un beso a lo lejos
aunque su mirada no lograba expresar otra cosa más que un toque de tristeza.-
Señor… ¡Señor deténgase!- no sé a qué rayos se refería Armando con eso último,
no quería pensar en que…no, no, no. ¿Por qué cambiaron así las cosas? ¿Si él
sabía algo que tenía que hacer porque no me lo dijo antes? ¿Por qué todo tan
secreto y repentino? Y para colmo un conductor que se hacía el sordo y que lo único
que hizo fue subir el volumen de su estéreo- ¡Maldita sea escuche estúpido!
-Señorita- decía el conductor tranquilo y con un tono de voz
muy calmado- por favor escuche usted.
El volumen del estéreo era suficiente como para que la
música entrara en mis oídos y reconocí de inmediato una canción que me no
alivió en lo absoluto mi crisis ¿Talking
to the moon?
-¿Qué pretende con todo esto?- el coche dio media vuelta y
perdí rastro de Armando
-Yo nada, de eso quiero que esté segura- apenas y lograba escuchar
su voz.
-¿Entonces?
-Ya la vio ¿verdad?- su pregunta me dificulto el
razonamiento y lo único que hizo el conductor fue señalar el cielo en una dirección
La luna brillaba en lo más alto de la ciudad y su luz
comenzaba a iluminar todo a su paso, incluso mi vestido color hueso que se
había arrugado por la premura de lo que había ocurrido.
-La luna, si si la conozco ajá… ¿Que tiene de diferente la
luna eh? Se cree muy listo al hacerme olvidar lo que acaba de pasar con la
luna. Mejor dígame ¿Quién es usted y porque no me hace caso? ¿Un vidente que ve
cosas raras en la luna?
Silencio, la música seguía su curso y el conductor no
respondía nada.
-A la izquierda- le ordené- ¡hey! ¡A la izquierda dije!- el
conductor no me hizo caso y siguió su camino todo derecho hasta llegar a una
glorieta justo en la avenida reforma.
Pensé en muchas cosas, de verdad mi corazón empezó a
palpitar muy fuerte y no se me hacía normal estar sola en un coche con un señor
que desconocía y aparte…no, no esperen. Armando tiene que ver en todo esto ¿no?
Al final él fue el que me invitó a subir al coche y…
-¿Usted conoce a Armando verdad?- pregunté levantándome un
poco del asiento trasero
-Yo solo recibo ordenes señorita
-¿Ordenes de quien señor?
-No lo sé- contestó moviendo su estéreo para darle comienzo
a “Historia entre tus dedos”
-Bueno idiota, entonces lléveme a mi casa ¿quiere?- bufé y
mi mal humor subió de tono. El conductor rio y mirando el retrovisor solo me
dijo- Señorita, lo único que me pidieron fue decirle que llegará a un lugar
seguro, no muy lejos y que fuera paciente…a lo que añado, respetuosa también.
En definitivo, no era la ruta para llegar a mi casa y al
parecer era una ruta también muy conocida para mí, quizás y si me iba bien,
vería de lejos la escuela de ingeniería ya que todo indicaba que pasaríamos por
ahí. Me recliné sobré el asiento sin perder el sentido de la orientación y
crucé mis brazos aunque seguía alerta por si el tipo que estaba manejando
quería hacerme pasar una mala broma o hacer de las suyas, estaba preparada para
soltar algún tipo de patada en mi defensa. Eso si lo haría sin dudarlo.
-Señorita, llegamos.
Después de 10 minutos de niveles críticos de nervios, vi
afuera del taxi la escuela de ingeniería y vacilé.
Era noche y de seguro el chofer había errado en alguna orden
que previamente le habían dado.
-¿Está seguro que le indicaron que era aquí?
-Escuela de ingeniería. Si señorita, tal como que la luna
tiene que hacer de las suyas esta noche.
-¿Y de casualidad no le dijeron qué tenía que hacer
después?- tenía un pie en el vado y el otro aun adentró del tsuru.
-La puerta está abierta, no hay nadie…creo que, con todo
respeto que se merece señorita, tiene que entrar. Al menos yo lo haría.
-Bueno y…- mi tono cambio y no fui dura al tratar de
terminar mi oración aunque no perdí mi informalidad al hablarle- … ¿cuánto va a
ser?- mi monedero estaba descansando en mi regazo
-Adentro le cobran señorita, no se preocupe.
Puse los dos pies sobre la acera y sin perder el toque solo
le contesté con un leve- bueno, eh…gracias- y cerré la puerta.
La calle estaba desierta, la entrada de la escuela también y
paso corto decidí entrar por los caminos que daban al jardín de en medio de la
facultad.
<<Nadie. Esto es muy raro>> pensé y miré arriba
sorprendida por la luna que al parecer con su luz me saludaba << ¿Fuiste tú?>> le
hablé. <<¿Me trajiste hasta aquí tú?>>, silencio.
<<Tu tuviste todo que ver en esto ¿sabías?>> su
luz se estrellaba en toda mi cara. Mis ojos no dejaban de ver la magnitud de su
circunferencia << Nos escuchaste y…estoy de nuevo aquí, aunque… ¿te puedo
pedir un favor?>>
La luna no se movía en lo absoluto y a veces una que otra
nube pasaba a través de ella haciendo que se fundiera un entorno más único y
romántico, hasta pensé que la sombra que atravesaba era una respuesta a mis
preguntas. <<Se que tu eres la única en todo este mundo que sabe nuestra
historia, me refiero a Armando y a mí. Sabes que sentíamos, que soñábamos y
hasta donde tuvimos que atravesar para llegar a un momento como el que tuvimos
hace un rato en el estacionamiento. Te quiero pedir que si esta en ti, que si
es tu deseo y crees que nuestros corazones humildemente se entregaron al amor,
nos permitas tener un final digno de ejemplo. Si, un final en el que a pesar
del tiempo, distancia o situación, sepamos que si existe un futuro para
cualquier persona que se entregue al amor. Que sepamos sembrar romance donde no
la hay, que sepamos sembrar con cada detalle un poco de amor para que en el
futuro, cuando nuestra jornada acabe en este mundo, sepamos que lo hicimos bien
y que no es cuestión de magia, ni de egos, mucho menos de dar esperando
recibir, sino es cuestión de dar, ser humildes y amar teniendo fe, a pesar de
todo>> antes de cualquier otra cosa y para terminar, le guiñé un ojo, le
sonreí y terminé <<Gracias por todo>>
-¡A su salón por favor!- de pronto en los auriculares del
patio de ingeniería reconocí una voz familiar- personas de nuevo ingreso favor
de pasar al salón “12-02” por favor, repito “12-02”- sonó una campana y supuse
que era el toque que daba aviso al final del anuncio. Pero ¿A quién rayos le
hablan si no hay nadie?
Volvieron a descolgar un micrófono y se escuchó más fuerte
la voz- Alumna de nuevo ingreso, favor de pasar al salón “12-02” donde tendrá
su primera clase porfavor.
¿Alumna? Bueno, definitivamente la orden era para mi, así
que poco a poco traté de recordar cual era el salón “12-02”.
<<¿Debajo de las escaleras de física? No, no, creo que
no ¿El pasillo de termodinámica? Peor, creo que no recuerdo bien cuál era
el…¡ah ya! Salón “12-02” Física básica.>> De inmediato caminé por el
pasillo verde que llevaba hasta una escalera de caracol y subí por ella para
después entrar en el camino principal de la escuela que llevaba a los salones
principales de la misma.
<< “11-09”…”11-10”…”12-00”…>> mis pasos cada vez
eran más lentos y mis zapatillas hacían que el pasillo solitario cobrara vida
<< 12-01…>> mi corazón cobró vida de inmediato y antes de llegar al
salón donde terminaría mi destino, miré por última vez la luna y sentí una
confianza enorme pero también supe que algo estaba por cambiar. ¿Qué cosa era?
No lo sé, pero sabía que algo en mi, en el ambiente y en mi historia estaban a
punto de hacer que el pasado quedara atrás. Un presentimiento como alguna vez
lo has sentido, un presentimiento bueno y especial era lo que sentía.
“12-02”
<<Tarde como
siempre señorita Jimena>> la
voz me era muy familiar, era la voz del mejor profesor que había tenido en
ingeniería, pero de donde provenía el sonido no me era tan común, suponía que
venía de algún lugar cercano en el interior del salón, quizá de alguna
grabadora o dispositivo de audio. Estaba oscuro en su totalidad y no podía ver
absolutamente nada. Solo podía seguir escuchando la voz que seguía hablando…de mí.
<<Ahora con que
nos va a salir ¿eh? ¿Se le murió su gato?... trate con respeto la clase
señorita. Para mañana dulces a todos…>> De repente en la grabación se
escuchó una voz muy familiar, mi corazón golpeó con fuerza al escucharla, con
mucha mucha fuerza <<-Profesor,
¡ella ya debe los dulces de ayer porque también ayer llegó tarde!>> casi
pisando las palabras escuché mi voz en la grabación <<Hay, por favor cállate si no sabes porque
llegue tarde “Armando”>>
-Y nunca trajiste los dulces- un fosforo se encendió e
iluminó una vela que descansaba en una mesita en medio del salón, la voz era
inigualable e incomparable con cualquier otra- aún así, quiero que sepas que
desde ese momento que cruzaste tu mirada con la mía, me enamoré de ti- la
grabación disminuyó de volumen y Armando, al que podía ver muy poco por las
luces, se acercó a mi poco a poco y tomó mi mano invitándome a tomar asiento en
una silla que estaba preparada para mi justo enfrente de la mesita donde
descansaba la vela.
-Armando pero como es que llegaste, si…
-Shh…- tomé asiento y mire sus ojos con la lucecita de la
vela- ¿me gritarás de nuevo como ese día?- sonrió y me quedé quieta suponiendo
que el ya veía mis mejillas sonrojadas.
-Gracias- cuando te enamoras hasta el tono de tu voz cambia,
definitivamente eso pasó, me acabé de enamorar del chico que estaba enfrente-
gracias por todo esto.
-Aquí fue, después de estos años nunca me imaginé estar de
nuevo en este lugar contigo- me decía- ¿recuerdas el último día que te fuiste?
-Armando, trato de no hacerlo
-Deberías porque… olvidaste algo- me dijo alegrándome el
rostro
-Sí, claro…se que olvidé algo- sabía bien a lo que se
refería y lo que me estaba dando a entender, simplemente había olvidado mi vida
entera, había olvidado llevarme a Armando conmigo, dejar que él se hiciera
cargo de mis noches tristes y de mis penas- Se a lo que te refieres.
-No, no sabes Jimy.
Armando se volteó de espaldas a mí y a la mesita. Señaló la
única silla que estaba mirando al pizarrón y después solo volteó su cabeza para
verme
-Se te olvidó algo bien importante ahí, en la primera fila-
vacilé un poco y respiré profundo porque el corazón estaba haciendo de las
suyas, se volcaba en mi interior y trataba de salirse de sus límites, retumbaba
en mi pecho y hacía que mi respiración no tuviera buen ritmo- ve, tienes que
ver qué es lo que no te llevaste.
¿Qué sería? Digo, mi mente trataba de recordar por todos los
medios cualquier cosa u objeto pero no determinaba que era lo que descansaba en
el pupitre.
Mi zapatilla me traicionó y por poco caí porque los mareos
eran intensos y no cabía dentro de mí, así que continué a pesar de eso.
Le di la espalda al pizarrón y vi de frente lo que estaba
descansando ahí. Era una caja del tesoro. Si, una caja como en las que los piratas
recogían un botín llenó de oro. Era igual, casi casi la misma.
Miré a Armando con el ceño fruncido y sonriendo solo me
dijo: Adelante, ábrelo.
Poco a poco descubrí la tapa y miré todo lo que había
adentro y tal como lo imaginaba, habían monedas de chocolate cubiertas por una
capa de papel aluminio color oro que simulaban monedas reales de oro.
En la contra parte de la tapa pude observar un pequeño texto
que decía:
“El amor nunca deja de ser”
Es hora de buscar adentro.
-¿Ya leíste lo que dice?-preguntó Armando
-Si ya y entonces tengo que…- Armando apagó con un soplo la
única fuente de luz que nos ayudaba a ver más allá de nuestras narices.
-Ahora tienes que buscar Jimena- terminó Armando.
-Ok, bueno pero ya no te veo ni veo nada aquí…- puse mi mano
sobre las monedas-… no te irás ¿verdad?
-No, no. Aquí estaré Jimy, aquí estaré.
Las monedas llegaban a romperse y el chocolate me batía un
poco los dedos. Poco a poco mi mano fue descendiendo cada vez más y no lograba
tocar aquello que me decía Armando.
-¿Muerde?- le pregunté y rió por la pregunta
-No, no muerde. No le gusta la carne cruda- se rio aun más y
después se arrepintió- Vamos, no es ningún animal.
-Eres mala persona ¿sabías?
-No, no lo sabía hasta ahora que la chica de mis sueños lo
dice. Bastante ilógico ¿no?
-…y romántico también ¿eh?- la última palabra la dije con
sarcasmo. Armando siguió de risa en risa y a veces su silencio me preocupaba-
¿Sigues ahí?
-Si, avísame cuando termines por favor.
-Ok, trabajo en eso- las monedas se rompían cada vez más y
no podía llegar hasta el fondo de la caja, me era casi imposible, así que
decidí, aunque se viera un poco mal, meter la mano sin preocuparme por derramar
algunas monedas en el suelo.
Poco a poco mi mano llegó a tocar el fondo, ahí estiraba aun
más los dedos esperando palpar alguna forma diferente a la de una
circunferencia y después de unos segundos toqué algo diferente. Era quizá
alguna caja más pequeña. La toqué con más morbo y descubrí que era una cajita
del tamaño de mi mano, quizá un poco más grande, pero solo un poco.
-Creo que ya lo tengo- comenté a la sombra que me veía en la
oscuridad
-Bien, ahora sácala.
-¿Puedo tomar un chocolate?
-No ahora. Por favor saca lo que encontraste y ábrelo ¿de
acuerdo?
-Ok, ok…aquí vamos- poco a poco la cajita salió del mar de
chocolate y la coloqué en mis dos manos- ya lo tengo enfrente de mí.
-Ábrelo- me ordenó tranquilamente.
-Bien…vamos a abrirlo ahora
-¡Espera! ¡Espera! ¡Espera!- me previno- ¿Estás segura?
-Claro que estoy segura Armando- le comenté con un hilo de
voz- ¿y tú?
Escuché que tomó una bocanada de aire y respiró.
-Sí, tan seguro como de que la luna siempre existirá para
los que la buscan.
-Bueno, me parece perfecto; así que a la de 3…- mi corazón
explotaba de nervios, mi piel ardía y mi mente no se quedaba quieta; se movía
de un lado para otro- …uno…- mi mano izquierda sostenía con fuerza la cajita-
…dos…- mi mano derecha tomo la tapa de la cajita y los dedos rodearon su
contorno-…y…- mi corazón se volcó en fuego y no lo pude resistir-… ¡tres!
Una luz blanca alumbró mi rostro justo cuando abrí la cajita
y pude ver que había algo más allá de la pequeña luz que se asomaba. Pude ver
algo que brillaba, quizás una gema o una piedra preciosa y que debido a la luz
que emitía un foquito en el interior de la cajita, se refractaba la luz a
través de la piedra y hacía que el salón se llenara de pequeñas chispas de luz.
Y ¿Qué era lo que hacía que la gema se sostuviera y no se
moviera? Era un pequeño círculo que estaba justo debajo de ella. Sí, era un
anillo.
- Yo se que esperabas algo diferente- su voz se entrecortaba
y comenzaba a flaquear en esos instantes- pero no Jimena, no tengo nada que
dudar, no tengo nada que probar, no tengo a nadie a quien preguntarle, ni tengo
que esperar algún tiempo para decirte cuanto te amo.
Un anillo de compromiso. Un anillo para toda la vida.
Armando estaba justo enfrente de mí y yo no me había dado
cuenta. Claro, era lo que mi corazón tanto me estaba gritando desde hace unos
momentos antes. El sabía a qué venía aquí, a que me traería todo esto, a que
final queríamos llegar y a que teníamos que enfrentarnos.
Mi estomago se inundo de miles de millones de mariposas que
revoloteaban en ese momento y buscaban su salida por mi garganta haciendo un
nudo en la misma y así demostrar su poder a través de las lagrimas que se
desbordaban en ese momento.
-No te sientas obligada a…
-Armando- mis mejillas estaban llenas de lágrimas y mi
garganta no me dejaba hablar como quería hacerlo en ese momento, era difícil
porque mi todo estaba enfocada hacia él, hacía el anillo, hacía la luz, hacía
el futuro, hacía el día donde estaríamos los dos aceptando una vida entera- tu
eres mi vida entera, eres mi alegría y mi felicidad, eres mi sol y eres mi
luna, eres mi presente y mi pasado, eres mi sueño mas anhelado y eres la razón
por la cual mi corazón volvió a latir. Eres más que lo que pude haber deseado,
eres más de lo que le pedí a Dios y quiero que lo seas hasta el día en que mi
corazón deje de latir, porque sé que ese día nuestras manos estarán eternamente
enlazadas y lo último que escucharás decir de mi es..
-Te amo- lo dijimos al mismo tiempo y de ello surgió la
sinfonía más hermosa del universo con un beso.
-¿Quieres casarte conmigo?- Armando estaba llorando, no sé
si más que yo, pero noté un mar de lagrimas en sus ojos.
-Quiero ser para siempre tu amanecer. Si mi amor, para
siempre.
>>CLARA
Armando:
Hay cosas que como
persona no puedes ni podrás olvidar. Y justo ahora, en esta carta, quiero ser
sincera contigo, confesar lo que mi corazón necesita decir y no se atreve a
decir por motivos tan razonables como lo es tu futuro con la persona que amas.
Te fuiste y dejaste un
vacío aquí, un vacío enorme como lo es dejar de respirar, como lo es sentirse
solo aunque todo el mundo te salude, te vea, te procure. Un vacío que no
llegará a llenar nadie, no lo va a llenar el tiempo, ni la edad. No lo llenarán
las risas del futuro, ni los recuerdos del pasado. Un vacío permanente que prefiero
vivir sola, un vacío en el que prefiero caminar acompañada de tu risa.
Si Armando, porque al
final siempre se quedarán los recuerdos de un pasado alegre y feliz. No lo
puedes borrar, no lo puedes cambiar o tapar simplemente con algún nuevo amor.
No puedes fingir o tratar de eliminar un bloque tan único y hermoso como lo fue
mi amor por ti.
No me declaro la mejor
mujer, no lo soy. Pero quiero que sepas que lo que yo hice por ti, todas
aquellas noches que soñabas y tenías pesadillas, esas noches cuando necesitabas
un abrazo, esos días cuando necesitabas una sonrisa o un apapacho, esos días
cuando la lluvia te mojaba y tu no la sentías porque te acordabas de ella, te
acordabas de Jimena, esos días cuando veía todo eso y yo estaba ahí, contigo,
sin condición alguna, lo hice porque pude ver tu corazón. Pude entender lo
bello y hermoso que es interpretar una emoción que viene desde tu interior con
tan solo una mirada.
No espero un
agradecimiento. En cambio quiero agradecerte todo lo que algún día pudiste
haber sentido por mí; nunca lo supe, nunca me enteré si tu podías sentir, entender,
oler, ver, todo lo que yo sentía por ti, pero de una cosa quiero que estés
seguro, creo, por lo que toda la gente me ah comentado, que eso era amor.
Tengo que caminar un
camino largo, duro y difícil. Ver que tu sueño se hizo realidad es lo mas bueno
para ti aunque para mi represente olvidarte.
Gracias por la
sinceridad.
Gracias por tu
compañerismo.
Gracias por las
sonrisas espontaneas que me hacías tener.
Gracias por tu noble
corazón.
Gracias por cuidar de
mí y de mi enfermedad.
Gracias por este final.
Gracias por todo.
Con amor:
La que siempre será tu muñequita de azúcar:
Clara Shanai.
Dobló la carta, cerró el sobre.
Detuvo “Corre, de Jesse & Joy” que se escuchaba por toda
la casa y acarició a Roffi, su perro leal.
-Ya regreso Roffi. No
te preocupes, estaré bien muchacho- decía Clara con lágrimas en los ojos.
Cerró la puerta y después de 20 minutos caminando, llegó a
un río al que no solía ir mucha gente. Se detuvo justo en un puente donde
atravesaba el agua y miró al cielo.
-Siempre será un buen día al recordarte- tomó con un poco de
fuerza la carta que tenía en la mano y después la miró- Gracias Armando- se
acercó al límite del puente y arrojó la carta al río.
-Adiós- decía la chica.
La carta tomó el mismo paso que llevaba el agua en dirección
oeste de la ciudad y se perdió entre la marea del mismo río.
Después de unos días las letras se borraron, el sobre se
rompió y la carta se quebró en muchos pedazos, pero el viento jamás olvidó lo
que Clara había sentido al escribir tantas palabras llenas de sinceridad,
emoción y amor.
El viento jamás olvidó a una chica llamada Clara Shanai.
EPÍLOGO.
5 AÑOS DESPÚES
>>JIMENA
-¡Recibamos con un fuerte aplauso por favor a la ahora
doctora Jimena Narvarte!
El aplauso en el auditorio fue eufórico y atronador, en
especial por 5 personitas que estaban sentadas en la sexta fila del auditorio. Mi
mamá, mi hermano, Nataly mi mejor amiga, y Armando, mi novio.
Después fui a recibir mi diploma como doctora y por poco
resbalo con la estorbosa toga que me habían prestado en la facultad de
medicina. Ese día fue uno de los momentos más felices de mi vida. No solo por
convertirme en doctora, sino también porque al día siguiente…
>>ARMANDO
-¡Y ahora recibamos con un fuerte aplauso al graduado
ingeniero Armando Duarte!
Tuve que ser rápido al ver que la chica que estaba
esperándome debajo de las escaleras, mi novia, estaba parada con la cámara
fotográfica lista para capturar el momento en el que recibía mi diploma como
ingeniero.
-Te ves muy guapo mi amor- decía mi novia que me opacaba con
su vestido rojo, su girasol que se ajustaba por arriba de su oreja y su anillo
que brillaba un poco menos que su risa- ¡sonríe!
Muy feliz. Creo que estaba esperando este día con muchas
ansias.
Mi novia unas horas antes había recibido si titulo como
doctora y ahora tocaba recibirme como todo un ingeniero.
La felicidad me abrazaba pero no más que mis nervios. Sí,
aun estaba nervioso y no solo porque ya era todo un ingeniero sino también porque
al siguiente día…
1 DÍA DESPUÉS
>>JIMENA
-¡Felicidades amigos!- Dios mío, Nataly y su extravagante
gusto por lo natural y raro. Tenía puesto un vestido lleno de muchas hojas de
otoño pegadas por aquí y por allá. El vestido le llegaba justo a los hombros y
su cabello estaba horriblemente erizado y solo sujeto por una rama de olivo en
la parte de atrás- ¡No lo puedo creer! Al fin.
-Naty, te ves
preciosa amiga- claro, tengo que mentir un poco y hacer que su sentimentalismo
mejore. Para ser sincera ella estaba llorando mucho más que nosotros.
-Te mordiste la lengua y aparte subestimas tu vestido- Naty
miró con alegría toda mi vestimenta- Quien hubiera imaginado que tu vestido
blanco sería tan hermoso y…
-Naty, por favor… ¡tú lo elegiste!
-Bueno pero quien iba a decir que le iba a encantar a
Armando la mariposa de la espalda.
-Por favor Nataly –Armando abrazó a uno de sus amigos que
estaba formado en la pequeña fila para felicitarnos y miró a la chica que
estaba enfrente de mí- no subestimes lo bonito que se ve Jimena con o sin mariposa.
-Señor Duarte –decía Naty con un tono de propiedad- déjeme
decirle que yo aquí jugué un papel muy importante porque si no hubiera sido por
mí, nada…
-Naty- Armando abrazó con fuerza a Naty y después la miró a
los ojos con sinceridad- Gracias por convertirlo en realidad amiga. Eres una
personita leal y sé que tu buen corazón te llevará a conocer a alguien justo a
tu medida.
-Qué lindo- Naty abrazó a Armando por segunda vez y las
lagrimas resbalaron por su rostro- aunque espero que sus hijos no sean igual de
feos que su padre.
-¡Naty!- Armando y yo gritamos al unísono
-La sinceridad ante todo ¿no?- decía Nataly
-Gracias por tus buenos deseos ¿eh?- respondía Armando con
sarcasmo
-De nada Armandito,
ya sabes, cuando quieras.
-Foto Naty, ¡la foto!- decía Armando
Naty nos abrazó a ambos y los tres miramos hacía la lente de
la cámara que se disponía a dejarnos ciegos, y así lo hizo.
Si, nuestra boda.
Creo que duró lo suficiente como para recordar cada detalle
y cada sonrisa. Cada lágrima de felicidad y cada muestra de felicitación de los
que nos aman.
Recuerdo que al principio, en una pantalla enorme que se
centraba en medio del salón, pudimos ver muchísimas fotos de Armando y de mi
abrazados y sonriendo. Algo así como un recuento de los años que estuvimos
juntos como novios. Fueron días inolvidables, días donde nos conocimos mejor y
supimos apreciar lo bonito de cada uno. Valorar nuestro espacio y crecer juntos
en muchas áreas.
Recuerdo la mayoría de las cosas de ese día, pero de lo que
más me acuerdo fue del baile, vaya, el vals.
“Compartir, de Carla Morrison” sonaba por todo el espacio
del salón.
-Mi vestido se enreda a veces con mis pies- decía evitando
que el fuego que se empezaba a encender en mi pecho no provocara un desmayo.
-Lo que pasa es que son los nervios- Armando erguía la
espalda y hacía que su traje luciera aun más ajustado. Se veía muy guapo, muy
muy guapo y diferente. Sabía que la idea de usar trajes no era muy de él pero
de verdad que le quedaban tan bien y en especial ese porque era tal como
imaginaba a mi príncipe- pero creo que yo estoy peor.
-¿De verdad tienes nervios?- pregunté mirándole a los ojos.
-¿No lo notas?- Armando tomaba aire y cerraba los ojos
rítmicamente- mira ven….escucha.
Me acercó a su pecho y empecé a entenderlo todo. Su corazón
latía tan a prisa que evite alejarme de él y mejor puse mi mano en su pecho
tratando de relajarlo un poco.
-Gracias mi vida- en efecto, su corazón se relajó demasiado.
-Ya está caminando igual que el mío- le dediqué la sonrisa más
natural del mundo y él me dedicó la más hermosa del universo.
-Ahora si señorita ¿Gusta bailar para siempre conmigo?- su
invitación formal hizo que me derritiera en sus ojos y que mi mano derecha se
posara en su mano izquierda. Su mano derecha tomó mi cintura y sin pensarlo,
comenzamos a llorar de felicidad recordando tantas cosas y viviendo, respirando
y sintiendo el compás de la canción que se enterraba en nuestros pechos.
-Sí, claro que si mi amor- y para sellar un pacto con mi
corazón… lo besé.
El último vals resultó ser el primero.
Recuerdo que la primera vez que bailamos, la primera vez que
nos hablamos y nos conocimos hace mucho tiempo justo en una fiesta de la
universidad, fue cuando nuestros corazones se conocieron y decidieron escribir
una historia en las estrellas aunque esperaban el momento para sonar al mismo
ritmo y esa noche, la noche de mi boda,
justo en ese vals, se conectaron y empezaron a latir bajo el mismo
ritmo, bajo el mismo cielo, bajo la misma luna y bajo el mismo universo.
Esperaban ver el espectáculo del amor desde La
Primera Fila...para siempre.
FIN.
Basado en una
historia real.
DEDICADO A:
Iliana, Mari, Andrea
y al extraño ser llamado “Armando”.
No me quede con las ganas de saber que era lo que iba a pasar...
ResponderEliminar“El amor nunca deja de ser”
Es hora de buscar adentro.