miércoles, 8 de mayo de 2013

"La Primera Fila, 3ra Parte - El Último Vals (Capítulo 3)"



La Primera Fila, 3ra parte.

Capitulo 3
TORMENTA


El cielo cambiaba de color, de un azul claro a un azul fuerte  combinado con un naranja melancólico. El crepúsculo comenzaba a darle vida a la bóveda celeste y yo  me ajustaba el corbatín justo en el dintel de la ventana viendo como el espectáculo natural me hacia recordar su mirada, sus ojos, su risa.
Es que esa mirada era tan única, tan sutil y hasta hiriente; no hablo de un hiriente en mal uso de la palabra, sino un hiriente que llega a la cornea, traspasa los nervios oculares y no sé porque o como, llega hasta el fondo del pecho, justo aquí en el corazón.

El reloj ya marcaba las 6:30 pm y en media hora tenía que verme con Jimena justo en la entrada del cine de plaza galerías y estaba nervioso hasta las cachas, las piernas me temblaban como jamás lo había hecho y mis mejillas se pusieron algo rojas por el hecho de saber que hoy empezaríamos a salir ella y yo.

Si, por fin ella se había dignado a regalarme siquiera unos minutos de su sagrado y valiosísimo tiempo de estudio y después de 20 intentos logró ser convencida con lo que ocasionalmente llegaba a comer a pesar de su figura que en realidad era atractiva y bonita: Tacos y helados.

Salí de casa con cientos de preguntas en mi cabeza respecto a Jimena y su detallado “Si quieres salir, ahí nos vemos” en un cuaderno de la escuela. Hubiera sido más sencillo y formal venir a mí de frente y restregarme un “Si, aunque me caigas de lo peor” en la cara, así me hubiera sentido con la importancia que ella le podría dar a una cita que para mi era de  lo más formal al pedirle en una comida que saliera tan solo una vez conmigo.

No tardé demasiado en llegar a la entrada principal y ver que ya estaba oscureciendo más rápido de lo normal. Las estrellas comenzaban a brillar y la luna empezaba a coquetear por encima de los cientos de cabezas que estaban corriendo, caminando o jugando por las calles de la ciudad. Estaba grande, entera, llena y brillante. Me encantaba ver que de un lado del horizonte el cuadro comenzaba a ser del color  azul marino casi llegando a un negro intenso y del otro el sol se despedía de mi con su sereno color amarillo huevo. El cuadro sensibilizó mi piel y mi cabeza, me hizo respirar lentamente y ver que alguien había diseñado todo eso para mí, vaya, simplemente era hermoso.

Recuerdo que en esas fechas el frio comenzaba a sorprender a los habitantes de la ciudad y ese era uno de esos días, es por eso que yo llevaba puesto un saco café de pana que era el que solía usar siempre que tenía una salida importante, esto es, una salida familiar, o para exposiciones escolares. No salía mucho con mujeres y menos había tenido alguna cita con ellas, así que yo se que tú me entiendes. La primera cita es especial, pero aún más si esa cita es la primera de tu vida con la persona que te arranca los suspiros.

Después de esperar 20 minutos después de la hora acordada empecé a impacientarme y comencé a dudar si es que Jimena vendría. Eh de confesar que el día que le hice la invitación ella, con una mueca en la cara solo respondió “Déjame pensarlo”. Mi desánimo fue total y también lo era ahora que el tiempo me gritaba a cada segundo: “Eres un iluso si crees que una mujer como ella va a aceptar una invitación con alguien como tú, inexperto

-¿Una rosa?- Un niño que se paseaba por la calle me llamó la atención enseñándome una rosa.

-¿En cuánto está?- lo miré con desánimo.

-Veinticinco

-¿La compro o no la compro?- le pregunté al niño como si el supiera mi incertidumbre y él me miró tan desinteresado. Fue en ese instante que la vi, 30 minutos después de la cita acordada. Bajaba de un taxi con una bolsa de mano color café y un espejo del otro lado de la mano tratando de pagarle al chofer.
-Dámela- le arrebaté la rosa, no apartaba la mirada de Jimena y le di un billete de un monto que jamás conocí – quédate con lo que sobre – le ordené con la atención centrada en un solo punto entre toda la gente, en Jimena que ya me había visto desde lejos. Solo esperé que el movimiento que realicé para guardar la rosa en mi saco no hubiera sido demasiado obvio y que mis nervios, que estaban nivel “peligro, puedes caer en cualquier momento” me delataran tanto que ella se agobiara, fuera demasiado hostigoso para ella y que esa cita fuera la última, y no solo la última, sino la peor cita de toda su vida.

<<Calma…tranquilo>> me auto ayudaba <<Si te rechaza ¿Qué pierdes?>>

No se sí ella también había visto el hermoso cuadro que se había pintado el cielo, pero de haberlo hecho creo que se sorprendería por el parecido tan único con su vestimenta y con su piel. Era casi un espejo

Su cabello era muy negro, largo, lacio, tal como si la noche estuviera plasmada en cada cabello, como si la misma noche hubiera sido la autora intelectual de ese velo negro tan hermoso que cubría su rostro. Y bueno, para seguir en la detallada descripción creo que ese vestido que había elegido para esta noche la hacía lucir tan única y perfecta. Un vestido color zanahoria con bordados típicos de un vestido contemporáneo y unas zapatillas junto a la medida con una florecilla pequeña casi en la punta. Me atrajo demasiado pensar en la idea del atardecer en ese vestido, es que de verdad era tan hermoso que era difícil dejar de mirarla y perderse la oportunidad de encantarse con su belleza.

Su piel, vaya, un tema a tratar demasiado simple pero a la vez complejo.

Desde hace poco en algunas de las fiestas a las que me invitaron y que renegué a ir pero al final de todo asistí, noté que Jimena comenzaba a tener un aspecto algo raro y diferente, dudé si es que su salud estaba bien o si algo le estaba ocurriendo y era serio. La preocupación fue momentánea dado que no le tenía demasiada importancia al hecho de que una chica me llamara la atención, aunque en esa misma fiesta ella se atrevió a hablarle al chico raro del grupo y no solo eso, sino que lo invitó a bailar, ese chico era yo. Y eh de confesar que con esa sola invitación ella fue introduciendo un interés en mi por saber más de ella y querer si quiera pasar un rato después de clases platicando de cualquier tema y riendo por montones con Jimena, me encantaba estar con ella después de clases, creo que era mi momento más tranquilo del día, aún así siento que ella no se había abierto totalmente conmigo. Sentía que ella tenía algo que no me había dicho y que no sé, a lo mejor necesitaba sacarlo aunque no quería sacarle la verdad a la fuerza. Claro, eso era obvio dado mi poco tiempo de conocerla. Ella siempre tan sería, tan secreta pero a la vez haciendo que todo mundo estuviera feliz y alegre, vaya mujer.

Se acercaba poco a poco y mi nariz respondió ante el ligero pero insistente olor de la fragancia que estaba usando, era simplemente exquisito. Es como cuando estás en medio de un bosque y puedes oler el césped frio y mojado, te hace relejarte y entrar en mucha paz sin pedírselo a nadie más. De verdad lo disfrutaba demasiado.

Subió las últimas escaleras y perdiendo la mirada en cosas vanas como en algunos niños que jugaban en el patio central, se acercó y después me miró. Sentí que el fuego amenazaba sin pudor y hacía que mi corazón punzara con un dolor que me agradaba.

-Hola- el toque de su piel era más áspera y fría que de costumbre, de nuevo su salud. Me inquietaba eso.

-Hola Jimena- le toque el brazo y traté de erguir mi espalda. Me besó en la mejilla y esperaba por el cielo que notara el frío que yo notaba en su piel y no el calor que estaba seguro se desprendería de mi interior debido a mis nervios traicioneros – justo a tiempo ¿no? – le espeté con cierta arrogancia.

-Gracias- jamás, de verdad lo confieso, jamás había escuchado algo tan amable desde hace mucho en ella, al menos no conmigo- cosas de chicas, ya sabes – me enseñó su espejo en alusión a su oración y lo guardó en su bolso de mano- pero vámonos ya, faltan 20 minutos para que empiece la película- me le quedé viendo un poco más y esperé que ella no se diera cuenta de que una mariposa amarilla estaba descansando en su cabello.

Las pecas que resaltaban en su cara me hicieron volver al cielo, al lienzo negro y tupido de miles de estrellas e imaginarme a las mismas dormidas y acomodadas en una posición exacta, en su piel llena de pequeños puntitos negros y coquetos. El cielo debería de estar celoso de ella, no había forma más exacta y definida, aunque sea micro, de describir el cielo con tan solo un nombre, el de Jimena.

-Tenias mucho esperándome, supongo- Su voz estaba empeorando cada vez más ¿ya se habría dado cuenta? Ni idea, pero yo había pensado seriamente en platicar al respecto con ella sobre el asunto.

-Lo suficiente como para poner a prueba mi alto nivel de paciencia- fui sarcástico en la contestación y un poco alegre

-Pues tendrás que serlo hoy- puntualizó con seriedad en lo que yo miraba con atención la mariposa que jugaba detrás de ella – aún así vamos a divertirnos ¿Qué dices? – Sin más ni más, me tomó la mano y la enlazo entre sus dedos

-¡Oh!..- solté un gritito ahogado

-Ya sabes…-miró de reojo mi mano en lo que seguíamos caminando-…cosas de chicas- ¿Por qué lo hizo? No le basta con hacerme perder el piso con sus ojos y ahora ¿esto?

-Sí, lo entiendo- un hombre en esos casos debe tener seguridad ante todo.

-Oye y… jamás me has dicho que onda contigo – trataba de ser igual que ella, serio, que no se diera cuenta que su mano mezclada con la mía me hacían desvariar demasiado. Tomaba aire a bocanadas cada que ella se distraía por cualquier cosa

-Te refieres a...

-Tu emm…- ella juega sucio cuando quiere.

Después de subir los últimos escalones para llegar a la sala de espera del cine y después de verme como todo un estúpido al quererle preguntar lo que necesitaba saber, me decidí con precisión.

-Tu emm… ¿Novio, galán, comprometida, algún “peor es nada” que esté tratando de atormentar tu cabecita con pensamientos de corazoncitos rojos y cupidos melosos?

Miró su reloj como si el tema ni le importara y se quedó viendo la cartelera.

-08:00 pm- se mantuvo aún más tiempo callada después de decir la hora prestándole más atención a las películas en exhibición- ¿Quieres entrar a ver la película…- me volteó a ver derritiendo mi mirada-… o prefieres que hablemos de un peor es nada al que en estos momentos le está temblando la mano?

Creo que la había agarrado demasiado fuerte. Perdonen pero yo no sabía cómo hacer esas cosas. Aquí entre nos, novias jamás había tenido.

-Ok…- no fue aceptar su propuesta, fue alargar solamente un sí. Se sonrojó, lo sabía, yo no era el único que se delataba hasta ese momento. Me sentía un poco más en confianza y decidí acariciar su mano con mis dedos, poco a poco, suavemente y así mismo dibujar sus venas en la palma de su mano con mi dedo índice. Traté de disimular la risa por los nervios y noté que ella no lo soportaría más, rió naturalmente y vi por primera vez una luz que se desprendía de su pupila y llegaban mis ojos.

Casi como si hubiera ocurrido en un segundo, ella cambió por completo, hasta se me hizo algo extraño verla así, y eso ya lo extrañaba.

Como el primer baile que tuvimos y que ya mencioné. Recuerdo que había conocido a una muchachita fresca, a una niña sin algún aire egoísta y muy natural, sonriendo y exponiendo mi pena a unos cuantos pasos de baile Casi como si nos conociéramos desde hace muchísimo tiempo y yo fuera su mejor amigo. Lamentablemente al día siguiente su comportamiento fue muy diferente, un rechazo a los ojos de los demás hacia mí y a veces pensaba que esas platicas que teníamos a escondidas después de ese baile, las teníamos así porque ella no se sentía cómoda de que la vieran conmigo. No lo sé, hasta ese momento eran solo suposiciones pero… esa risa me hacía confiar en ella, así que era hora de las preguntas.

-Quiero...¡un “ICE”!- ahora sus ojos eran enormes, casi como los de un oso y su sonrisa como si hubiera visto a un alce embarazado.

En fin, fue espectacular ese momento. Platicamos de muchas cosas. Su ñoño historial de excelencia académica, los osos que tanto le hicieron apenarse en la secundaria y preparatoria, su comida preferida, etc. Definitivamente no era la misma Jimena de siempre, era como si solo le bastara abrir un poco la puerta para ver que ella en verdad se estaba ganando todo mi universo.

-Verona, Italia.

-No ¿en serio? Igual es mi lugar favorito, mi sueño desde hace tiempo es ir allí.

-Es el lugar indicado para que tu vida cambie. La ciudad de Romeo y Julieta.

-oye oye…esperate- espeté- yo lo único que sé es que es el lugar perfecto para…

-Enamorarse- me interrumpió

-Ósea que tu tipo de hombre no es mexicano y vas a ir allá a buscar tú media naranja ¿no?

-¡Para nada!- se rio, y el cosmos y ella se fusionaron- ¿Me veo demasiado selectiva?

-Por Dios, tu tono fresa me dice que jamás andarías con alguien como…Como… ¡el que vende los dulces!- señalé a un chico moreno con dientes de sable.
Jamás en la vida me había reído tanto como en esa noche, pero ahora era necesario preguntarle lo fundamental e importante ahora que la confianza había llegado a nivel “Ya nos tomamos de la mano, tú me gustas demasiado, tengo que conquistarte ahora o si no me veré demasiado lento y no volverá a ser con alguien más porque de verdad me imagino contigo cualquier noche enamorados viendo las estrellas”

-Y el tema sigue aun en el aire señorita – sabía que los nervios me abrazarían muy pronto y decidí no vacilar más – Tienes novio ¿Verdad?

Se escuchó un serio “NO” de su parte

-Deberías- le respondí –a cualquiera podrías sacarle una sonrisa o hacerlo feliz o enamorarl.. –

-¿A cualquiera? – me preguntó con una sonrisa algo oscura en su rostro

-Ok, no a cualquiera, tu sabes, pero a lo que me refiero es que podrías hacer feliz a alguien que te haga sentir algo bonito, que te haga ser de verdad quien eres tú.

-¿Tu te sientes así conmigo? ¿Tú eres de verdad quien deseas ser cuando estoy contigo?

Temblor en las manos, eso nunca falla. Sentí como si se me bajara la presión y aún así evalué y medite un poco en su pregunta. Definitivamente si, definitivamente era yo sin ninguna careta, así tal cual sin actuar algo que no soy y me encantaba serlo.

-¿Y tú? – le pregunté


>>JIMENA

Me acuerdo bien de quién era ese chico que me hizo sentir algo lindo y único la primera vez que salimos, el  lugar en donde fue, y no solo eso sino la pregunta que me hizo.

-¿Y tú? – me preguntó

Algo se había roto desde que lo había invitado a bailar en aquella fiesta. En esa ocasión pensé que mi manera de ser con todos iba a ser igual para con él, pero no, al ver a ese chico que estaba sentado pensé en ser alguien diferente para él y se lo demostré bailando en la pista, si, aunque él tiene 2 pies izquierdos y su ritmo esta por las nubes, tenía un buen corazón.

¿El lugar donde comenzó todo? El cine que está en plaza galerías, fue una noche que jamás, jamás olvidaré.

-¿Tu qué crees? – no le iba a ser fácil la tarea aunque necesitaba decirle la verdad, ¿Cuál verdad? Algo  en su aspecto había empeorado de un tiempo para acá, sino es que todo en él. Su voz había cambiado demasiado, sus ojos tenían algo diferente fuera de lo normal, y no mencionar de su cabello, su piel, su cara, creo que estaba enfermo y necesitaba preguntarle si ya se había atendido en el doctor, era necesario desde mi punto de vista.

-Que emm…- decía Armando muy seguro de sí mismo- ¿Crees que la película hubiera estado buena?
Que te gusta ¿Iron Man? No, no, no, una de romance…emm…- dudó y miró con su cara pálida la cartelera desde el asiento del café del cine tocándose la barbilla- ..ah ya, Crepúsculo. No no, creo que hubiera sido mala idea…es la película más nefasta que eh visto en la vida – hablaba como si su criterio en el cine estuviera basado en su larga carrera historial cinéfila – Pero estoy totalmente seguro de algo, te gustan ese tipo de películas fresas y rosas – argumentó en lo que yo reía por la falsedad y hasta por la brusquedad de sus palabras - ¿En serio crees que no me di cuenta? – me preguntó asombrado

-Pero por favor, ¡es la mejor película del año! – exclamé sarcásticamente a pesar de que varios ojos saltones que estaban en la cafetería nos volteaban a ver.

-No eres la más inteligente en esto, en serio no puedo creer que alguien tan guapa e inteligente no sepa del tema – es obvio, me sonrojé y desvié un poco mi cara para que no se diera cuenta de que los pómulos me delataban. De inmediato pensé en algo que desviara el tema, ya lo había hecho el, ahora me tocaba.

-Oye por cierto ¿Te puedo preguntar algo? – el silencio se hizo algo frío ante la seriedad de la pregunta

-Pues sí, claro – respondió sin vacilar.

-¿Te sientes bien?- miré sus ojos pretendiendo ver la verdad detrás de su sonrisa- eh visto que últimamente te ves diferente, de verdad muy muy diferente, tu voz, tu piel, tus ojos…en serio espero que estés bien- comenté con seriedad, el asunto para mí era serio.

-Te seré sincero- continuó Armando – la que se está viendo algo mal, eres tú- ¿Yo? Creo que algo pasa aquí, creo que no es que yo lo vea mal sino que es algo mutuo. Vaya sorpresa, de verdad no me lo creía. En resumen, éramos seres “raros” para todo el mundo, excepto el uno para el otro.

<<Diantres. No me basta solo con saber eso, necesito algo más, solo un poco más>> pensé en lo que me acercaba un poco más a él.

-¿Puedo tocar tu cara? - ¿se negaría? Digo, no era una propuesta mala, pero… ya no solo era tocar su mano, sino entender porque lo veía cada vez más mal.

Nunca había sentido algo tan puro y nuevo en mi pecho. Al solo rozar su piel y ver cada uno de los límites de su cara, me daba el gusto de ver también sus ojos y sentir que el corazón se me salía del cuerpo. Su intención era la que me bastaba, sus ojos delataban que él tenía algo y que yo necesitaba de eso. Así que poco a poco me inundé en su mirada, total y no argumentando para mi algún limite, esa noche no la quería tener, quería que me viera como el solo sabía hacerlo, quería esa mirada en mi mente, sellada en mi corazón, arrebatándome los suspiros como lo estaba haciendo él, como jamás nadie lo había hecho y estoy segura nadie lo haría. Su alma era pura y la claridad de la misma hizo que no me despegara de sus ojos.

No sé si fue instintivamente pero me despegué un poco aunque seguía tocando su cara, la seguí acariciando tal como si fuera seda.

-Creo que soy yo- le dije- creo que la que está viendo más allá soy yo Ar…- quería que mi mente regresara del letargo que estaba teniendo en sus ojos, ni su nombre podía pronunciar correctamente-..Armando.

De nuevo tomó mis manos con cierta brusquedad pero no la suficiente como para que yo regresara por completo a mi realidad. Se acercó poco a poco hacía mí; no me despegué, pasara lo que pasara no tenía que retroceder aunque tengo que aceptar que dentro de todo lo nuevo que estaba sucediendo, tenía miedo. Lo sentía aunque solo era un leve suspiro, un enemigo intimo y pasado, un enemigo que quería evitar a toda costa.

Armando cerró sus ojos, yo también lo hice y el universo estalló por completo. Él, me besó.

No tengo idea de cuánto estuvimos expuestos a que nuestro corazón se detuviera, pero después de ello, mis ojos se abrieron justo a la par de los suyos y estoy segura que esa conexión que siempre hay entre los enamorados, nació entre nosotros.

-Ven- tomó mi mano y se levantó de la mesa en donde estábamos. Creo que le temblaba la mano pero trataba de sostenerla con firmeza y sin vacilar para que yo no me diera cuenta de su estado, aunque creo que yo estaba peor << Que no me ponga como tomate por favor, no quiero que me vea toda roja>> pensaba.

El frío de la ciudad ayudó a camuflajear mis cachetes que estaban como ciruelas por los nervios de lo que había ocurrido y aparte de eso por la forma en que tomaba mi mano. De verdad era todo como si los males que cargaba se fueran volando con el aire y prometieran un “jamás regresaré”.

-¿A dónde me llevas Armando? – le pregunté mirando las calles que poco a poco se desocupaban en la noche.

-Que, ¿tienes miedo?

-No pero…- me interrumpió en lo que yo reía entre dientes

-¿Confías en mi?

-Si, pero es que…- de los nervios solo reía sin preocuparme en realidad por saber a donde en realidad me llevaría.

-Si confías en mí y tienes una corazonada, sígueme- obviamente si la tenía. Él solo me guiño un ojo y aceleró el paso a trote.

Después de atravesar muchos puestos de comida y de comprarme una dona y una malteada de fresa, seguíamos a paso rápido hacia un lugar que por falta de luz no distinguí que era.

-Mis pies – le comenté en lo que corríamos – me duelen. Creo que es por las zapatillas

-No te preocupes emm… quítatelas- me dijo en lo que yo detenía el paso, me miró desconcertado y solo me dijo – no te preocupes, te va a gustar.

-¿y si no me gu…

-¡Confía en mi Jimena!

Me quité las zapatillas y sentí que mis pies se ponían fríos de la planta pero no lo suficiente como para suponer un pronto resfriado, aparte de que estaba segura que no era piso, sino césped un poco mojado y suave, muy suave.

-Listo llegamos- me indicó en lo que se acostaba en el pasto y ponía sus brazos detrás de la nuca como si fuera una almohada.

-¿Qué?- me vio como si la anormal fuera yo y no él- no piensas perderte esto ¿verdad?

Poco a poco noté que su cara se vislumbraba más porque la luz de la luna le daba por completo. Vacilé un poco y me acosté a su lado en un pequeño absceso de la tierra que parecía un monte pequeño.

-Es hermosa- le dije señalando la luna

-No mas que tu

-Gracias- le susurré- pero aún así no deja de serlo

-Está bien, tienes razón niñita- se aseguró de que lo que decía lo soltara a todo pulmón- Pero ella jamás llegará a provocar esto – tomó mi mano y la dirigió a su pecho- como tú.

El boom de su corazón era frenético, alocado y con un ritmo inusualmente vertiginoso. En cambio creo que al mío le estaba fallando todo. Estaba entrando en shocks, casi como si lo detuviera el sentir su pecho, su voz cerca de mí  y sus ojos. No sé pero creo, y espero que así haya sido, me estaba enamorando de ese loco latir, de esa persona acostada junto a mí que me estaba haciendo sentir lo que ninguna otra persona en el mundo lograría hacer.

Aun así por un momento pensé en miles de cosas, muchas de las cuales siempre me habían afectado y no me estaban permitiendo avanzar y creo que jamás lo harían.

Solamente al volver a recordar a papá, todo lo que sentía en ese momento, los cientos de emociones y sentimientos que en ese instante estaban fluyendo en mí, cesaron. Perdí la conexión completa con Armando y encajé mi mirada en la luna enorme que me hacía recordar muchas cosas que había vivido con papá.

Mi sonrisa se desdibujó del panorama romántico y como por arte de magia empezó a punzarme el corazón, no quería perder a nadie en este mundo de nuevo, no quería volver a ese pozo donde a veces volvía a sentirme, donde me sentía en la oscuridad y sabía que para mi única mala suerte, no saldría y nadie me ayudaría.

-¿Qué tienes? – me preguntó Armando

-No, nada- respondí lentamente y él solo miró mi cara de reojo frunciendo el ceño. Después de ello quité mi mano de su pecho y la coloqué en el césped.

Silencio, solo se escuchaba la cabeza de Armando que giraba para verme y saber, supongo, si es que yo estaba bien.

-Dime que es lo que sientes- decía Armando

-De verdad nada solo es que…

-Shh…shh…deja que me responda ella- me confundí

-¿Ella? – le contesté en un susurro en lo que el miraba al cielo - ¿Quie…Quien?

-¿Qué?  No te escucho ¡más fuerte!- giré mi cabeza y lo vi hablar con la luna- ¿De verdad?- puso cara de sorpresa- Oye pero… ¿lo sabe?

Me reí un poco de lo que trataba de hacer  << ¿Hablar con la luna?>>. De verdad era muy chistoso verlo hablar de esa forma y más que lo hacía de una manera tan sincera, casi como si ella le respondiera a él, como si ella le respondiera a un simple mortal.

-No…- seguía Armando – ¡me niego a decírselo! – le reprochó a la luna y dejó de mirarla

-¿Te dijo algo? – le pregunté sin vacilar. No me contestó, giró la cabeza y silbó tratando de desviar mi  pregunta- Armando… te dijo algo ¿verdad?

Armando se hizo el disimulado y a veces me veía soltándome una risita nerviosa.

-No no ¡no! – le dije – ¡Dime Armando!- le sujete de una mano y lo zangolotee un poco- dime o me iré de aquí- me levanté un poco del césped

-¿Serías capaz de no escuchar el secreto de la luna?- me vio con ojos saltones

Me acomodé como niña chiquita en el césped y la miré como cuando un niño espera su biberón.

-Adelante, adelante – le seguí el juego y moví los pies de un lado para otro acostada poniendo atención al chico que estaba a mi lado acostado también- ¡dime ya!

-Ok, pon mucha atención, ¿ok?

-Si si si

-Lo que esta diciéndome la luna…- hacía pausas pequeñas y susurraba las palabras casi como si él las sintiera y tuvieran mucha importancia- es que...- se detuvo por completo, tomo aire y continuó – conoce a todas las parejas del mundo, si, si, absolutamente a todas,  pero nunca ah conocido a dos personas que se olviden de su mundo entero para ver el universo en los ojos de la otra, como nosotros dos.

Todo, absolutamente todo lo que estaba pensando hasta ese momento se borró de mi mente y me dediqué a ver su mirada iluminada por la luna, destilando miles de fragmentos de luz, inundando mi alma y pretendiendo hacerme viajar de nuevo.

Mi pecho encendió un fuego intenso y tomé su mano. Quería estar con él, si es que fuera posible para siempre, así,  olvidándome de mi mundo, olvidándome del pasado y sonriendo por encima de la sonrisa de la luna. Pero…no me imaginaba perdiéndolo, dejándolo ir. Imaginando que la vida me volviera a hacer una mala jugada y volviendo a lo profundo del pozo, no quería eso. No quería que entrara hasta el fondo de mi corazón y estar en su ausencia.
<<No Jimena>> pensé <<no estás apta para caer otra vez, no lo soportarías ni un segundo más. No puede entrar hasta el fondo, no lo tiene que hacer, no tienes porque sufrir de nuevo, déjalo estar aquí haciéndote olvidar el pasado, solo eso, eso es lo que sirve>>

Tomé aire y suspiré profundamente fundiendo mis pensamientos con el tono de voz de Armando.

-Es demasiado sincera – se tocó la barbilla – oye oye, ¿No quieres escucharla?- se levantó un poco del pasto verde y me miró- ¡es demasiado sencillo!

-Emmm…- vacilé, mi mente estaba jugando como siempre.

-Ok, eso para mí es un sí- respondió y siguió con su palabrería- acuéstate y ponte cómoda- continuaba en lo que mi corazón comenzaba a levantar muros, muros altos y grandes, negando sentimientos, alejando sombras de algún indicio de amor, elevando a la razón, humillando al corazón- ahora…respira hondo, muy muy profundo…¿lo haces?- mi sonrisa comenzaba a desdibujarse de mi rostro, Armando no lo podía ver porque estaba entretenido con la luna y no quería que me viera negando el sentimiento.

-Aja- respondí fríamente

-Ahora cierra tus ojos- el los cerró, yo me quedé mirando la luna

No pretendía hacer algo que me hiciera infiltrar a Armando a mis más sensibles sentimientos internos. Mi plan no era ese. Pasaron 15 segundos y él seguía en su tonto idilio con la luna, yo esperaba ya que terminara eso, que terminara y estar en mi casa distrayendo mi mente con cualquier otra cosa que no fuera hablar del corazón.

-¡Hey! Vamos ciérralos- me miró en lo que colocaba en mi mano una rosa.

Acepté el reto así que solo por unos segundos cerré mis ojos, pensé que esos segundos serían eternos y creo que así fueron hasta que una noche, en la sala de mi casa abrí el baúl de mi corazón y supe que él, Armando, en verdad era mi universo entero.

--

Truenos…

<<…regresa>>

La lluvia caía a cantaros en mi cara y en la de él también, era el momento preciso de…

Lluvia…

<<…regresa, regresa>>

Armando y yo estábamos justo en medio del Parque Hundido, tenía dos años que no lo veía y necesitaba decirle toda la verdad de…

Relámpagos y frío…

<<…regresa>>

Armando trataba de decirme algo pero le pesaba, se le hacía casi imposible...

-Jimena, no…Jimena, tengo una nueva…- solo se dedicaba a balbucear eso.

-Armando, estas aquí – le puse la mano en mi pecho tal como él lo había hecho en nuestra primera cita, mi corazón latía con frenesí- sin pensarlo te metiste tan adentro…y… ¿Quieres saber la verdad? ¿La única verdad en todo esto?

Armando estaba mirándome, como si hubiera visto alguna página de su pasado e intentara regresar de su letargo. Como si hubiera vuelto al cine, a la luna, al beso…

-Armando…yo… Te amo.

Trueno.

CONTINUARÁ...

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