La Primera Fila, 3ra
parte.
Capitulo 3
TORMENTA
El cielo cambiaba de color, de un azul claro a un azul
fuerte combinado con un naranja
melancólico. El crepúsculo comenzaba a darle vida a la bóveda celeste y yo me ajustaba el corbatín justo en el dintel de
la ventana viendo como el espectáculo natural me hacia recordar su mirada, sus
ojos, su risa.
Es que esa mirada era tan única, tan sutil y hasta hiriente;
no hablo de un hiriente en mal uso de la palabra, sino un hiriente que llega a
la cornea, traspasa los nervios oculares y no sé porque o como, llega hasta el
fondo del pecho, justo aquí en el corazón.
El reloj ya marcaba las 6:30 pm y en media hora tenía que
verme con Jimena justo en la entrada del cine de plaza galerías y estaba
nervioso hasta las cachas, las piernas me temblaban como jamás lo había hecho y
mis mejillas se pusieron algo rojas por el hecho de saber que hoy empezaríamos
a salir ella y yo.
Si, por fin ella se había dignado a regalarme siquiera unos
minutos de su sagrado y valiosísimo tiempo de estudio y después de 20 intentos
logró ser convencida con lo que ocasionalmente llegaba a comer a pesar de su
figura que en realidad era atractiva y bonita: Tacos y helados.
Salí de casa con cientos de preguntas en mi cabeza respecto
a Jimena y su detallado “Si quieres
salir, ahí nos vemos” en un cuaderno de la escuela. Hubiera sido más
sencillo y formal venir a mí de frente y restregarme un “Si, aunque me caigas de lo peor” en la cara, así me hubiera sentido
con la importancia que ella le podría dar a una cita que para mi era de lo más formal al pedirle en una comida que
saliera tan solo una vez conmigo.
No tardé demasiado en llegar a la entrada principal y ver
que ya estaba oscureciendo más rápido de lo normal. Las estrellas comenzaban a
brillar y la luna empezaba a coquetear por encima de los cientos de cabezas que
estaban corriendo, caminando o jugando por las calles de la ciudad. Estaba
grande, entera, llena y brillante. Me encantaba ver que de un lado del
horizonte el cuadro comenzaba a ser del color
azul marino casi llegando a un negro intenso y del otro el sol se
despedía de mi con su sereno color amarillo huevo. El cuadro sensibilizó mi
piel y mi cabeza, me hizo respirar lentamente y ver que alguien había diseñado
todo eso para mí, vaya, simplemente era hermoso.
Recuerdo que en esas fechas el frio comenzaba a sorprender a
los habitantes de la ciudad y ese era uno de esos días, es por eso que yo
llevaba puesto un saco café de pana que era el que solía usar siempre que tenía
una salida importante, esto es, una salida familiar, o para exposiciones
escolares. No salía mucho con mujeres y menos había tenido alguna cita con
ellas, así que yo se que tú me entiendes. La primera cita es especial, pero aún
más si esa cita es la primera de tu vida con la persona que te arranca los
suspiros.
Después de esperar 20 minutos después de la hora acordada
empecé a impacientarme y comencé a dudar si es que Jimena vendría. Eh de
confesar que el día que le hice la invitación ella, con una mueca en la cara
solo respondió “Déjame pensarlo”. Mi
desánimo fue total y también lo era ahora que el tiempo me gritaba a cada
segundo: “Eres un iluso si crees que una
mujer como ella va a aceptar una invitación con alguien como tú, inexperto”
-¿Una rosa?- Un niño que se paseaba por la calle me llamó la
atención enseñándome una rosa.
-¿En cuánto está?- lo miré con desánimo.
-Veinticinco
-¿La compro o no la compro?- le pregunté al niño como si el
supiera mi incertidumbre y él me miró tan desinteresado. Fue en ese instante
que la vi, 30 minutos después de la cita acordada. Bajaba de un taxi con una
bolsa de mano color café y un espejo del otro lado de la mano tratando de
pagarle al chofer.
-Dámela- le arrebaté la rosa, no apartaba la mirada de
Jimena y le di un billete de un monto que jamás conocí – quédate con lo que
sobre – le ordené con la atención centrada en un solo punto entre toda la
gente, en Jimena que ya me había visto desde lejos. Solo esperé que el
movimiento que realicé para guardar la rosa en mi saco no hubiera sido
demasiado obvio y que mis nervios, que estaban nivel “peligro, puedes caer en
cualquier momento” me delataran tanto que ella se agobiara, fuera
demasiado hostigoso para ella y que esa cita fuera la última, y no solo la
última, sino la peor cita de toda su vida.
<<Calma…tranquilo>> me auto ayudaba <<Si
te rechaza ¿Qué pierdes?>>
No se sí ella también había visto el hermoso cuadro que se
había pintado el cielo, pero de haberlo hecho creo que se sorprendería por el
parecido tan único con su vestimenta y con su piel. Era casi un espejo
Su cabello era muy negro, largo, lacio, tal como si la noche
estuviera plasmada en cada cabello, como si la misma noche hubiera sido la
autora intelectual de ese velo negro tan hermoso que cubría su rostro. Y bueno,
para seguir en la detallada descripción creo que ese vestido que había elegido
para esta noche la hacía lucir tan única y perfecta. Un vestido color zanahoria
con bordados típicos de un vestido contemporáneo y unas zapatillas junto a la medida
con una florecilla pequeña casi en la punta. Me atrajo demasiado pensar en la
idea del atardecer en ese vestido, es que de verdad era tan hermoso que era
difícil dejar de mirarla y perderse la oportunidad de encantarse con su
belleza.
Su piel, vaya, un tema a tratar demasiado simple pero a la
vez complejo.
Desde hace poco en algunas de las fiestas a las que me
invitaron y que renegué a ir pero al final de todo asistí, noté que Jimena
comenzaba a tener un aspecto algo raro y diferente, dudé si es que su salud
estaba bien o si algo le estaba ocurriendo y era serio. La preocupación fue
momentánea dado que no le tenía demasiada importancia al hecho de que una chica
me llamara la atención, aunque en esa misma fiesta ella se atrevió a hablarle
al chico raro del grupo y no solo
eso, sino que lo invitó a bailar, ese chico era yo. Y eh de confesar que con
esa sola invitación ella fue introduciendo un interés en mi por saber más de
ella y querer si quiera pasar un rato después de clases platicando de cualquier
tema y riendo por montones con Jimena, me encantaba estar con ella después de
clases, creo que era mi momento más tranquilo del día, aún así siento que ella
no se había abierto totalmente conmigo. Sentía que ella tenía algo que no me
había dicho y que no sé, a lo mejor necesitaba sacarlo aunque no quería sacarle
la verdad a la fuerza. Claro, eso era obvio dado mi poco tiempo de conocerla.
Ella siempre tan sería, tan secreta pero a la vez haciendo que todo mundo
estuviera feliz y alegre, vaya mujer.
Se acercaba poco a poco y mi nariz respondió ante el ligero
pero insistente olor de la fragancia que estaba usando, era simplemente
exquisito. Es como cuando estás en medio de un bosque y puedes oler el césped
frio y mojado, te hace relejarte y entrar en mucha paz sin pedírselo a nadie
más. De verdad lo disfrutaba demasiado.
Subió las últimas escaleras y perdiendo la mirada en cosas
vanas como en algunos niños que jugaban en el patio central, se acercó y
después me miró. Sentí que el fuego amenazaba sin pudor y hacía que mi corazón
punzara con un dolor que me agradaba.
-Hola- el toque de su piel era más áspera y fría que de
costumbre, de nuevo su salud. Me inquietaba eso.
-Hola Jimena- le toque el brazo y traté de erguir mi
espalda. Me besó en la mejilla y esperaba por el cielo que notara el frío que
yo notaba en su piel y no el calor que estaba seguro se desprendería de mi
interior debido a mis nervios traicioneros – justo a tiempo ¿no? – le espeté
con cierta arrogancia.
-Gracias- jamás, de verdad lo confieso, jamás había
escuchado algo tan amable desde hace mucho en ella, al menos no conmigo- cosas
de chicas, ya sabes – me enseñó su espejo en alusión a su oración y lo guardó
en su bolso de mano- pero vámonos ya, faltan 20 minutos para que empiece la
película- me le quedé viendo un poco más y esperé que ella no se diera cuenta
de que una mariposa amarilla estaba descansando en su cabello.
Las pecas que resaltaban en su cara me hicieron volver al
cielo, al lienzo negro y tupido de miles de estrellas e imaginarme a las mismas
dormidas y acomodadas en una posición exacta, en su piel llena de pequeños
puntitos negros y coquetos. El cielo debería de estar celoso de ella, no había
forma más exacta y definida, aunque sea micro, de describir el cielo con tan
solo un nombre, el de Jimena.
-Tenias mucho esperándome, supongo- Su voz estaba empeorando
cada vez más ¿ya se habría dado cuenta? Ni idea, pero yo había pensado
seriamente en platicar al respecto con ella sobre el asunto.
-Lo suficiente como para poner a prueba mi alto nivel de
paciencia- fui sarcástico en la contestación y un poco alegre
-Pues tendrás que serlo hoy- puntualizó con seriedad en lo
que yo miraba con atención la mariposa que jugaba detrás de ella – aún así
vamos a divertirnos ¿Qué dices? – Sin más ni más, me tomó la mano y la enlazo
entre sus dedos
-¡Oh!..- solté un gritito ahogado
-Ya sabes…-miró de reojo mi mano en lo que seguíamos
caminando-…cosas de chicas- ¿Por qué lo hizo? No le basta con hacerme perder el
piso con sus ojos y ahora ¿esto?
-Sí, lo entiendo- un hombre en esos casos debe tener
seguridad ante todo.
-Oye y… jamás me has dicho que onda contigo – trataba de ser
igual que ella, serio, que no se diera cuenta que su mano mezclada con la mía
me hacían desvariar demasiado. Tomaba aire a bocanadas cada que ella se
distraía por cualquier cosa
-Te refieres a...
-Tu emm…- ella juega sucio cuando quiere.
Después de subir los últimos escalones para llegar a la sala
de espera del cine y después de verme como todo un estúpido al quererle preguntar
lo que necesitaba saber, me decidí con precisión.
-Tu emm… ¿Novio, galán, comprometida, algún “peor es nada” que esté tratando de
atormentar tu cabecita con pensamientos de corazoncitos
rojos y cupidos melosos?
Miró su reloj como si el tema ni le importara y se quedó
viendo la cartelera.
-08:00 pm- se mantuvo aún más tiempo callada después de
decir la hora prestándole más atención a las películas en exhibición- ¿Quieres
entrar a ver la película…- me volteó a ver derritiendo mi mirada-… o prefieres
que hablemos de un peor es nada al
que en estos momentos le está temblando la mano?
Creo que la había agarrado demasiado fuerte. Perdonen pero
yo no sabía cómo hacer esas cosas. Aquí entre nos, novias jamás había tenido.
-Ok…- no fue aceptar su propuesta, fue alargar solamente un
sí. Se sonrojó, lo sabía, yo no era el único que se delataba hasta ese momento.
Me sentía un poco más en confianza y decidí acariciar su mano con mis dedos,
poco a poco, suavemente y así mismo dibujar sus venas en la palma de su mano
con mi dedo índice. Traté de disimular la risa por los nervios y noté que ella
no lo soportaría más, rió naturalmente y vi por primera vez una luz que se
desprendía de su pupila y llegaban mis ojos.
Casi como si hubiera ocurrido en un segundo, ella cambió por
completo, hasta se me hizo algo extraño verla así, y eso ya lo extrañaba.
Como el primer baile que tuvimos y que ya mencioné. Recuerdo
que había conocido a una muchachita fresca, a una niña sin algún aire egoísta y
muy natural, sonriendo y exponiendo mi pena a unos cuantos pasos de baile Casi
como si nos conociéramos desde hace muchísimo tiempo y yo fuera su mejor amigo.
Lamentablemente al día siguiente su comportamiento fue muy diferente, un
rechazo a los ojos de los demás hacia mí y a veces pensaba que esas platicas
que teníamos a escondidas después de ese baile, las teníamos así porque ella no
se sentía cómoda de que la vieran conmigo. No lo sé, hasta ese momento eran
solo suposiciones pero… esa risa me hacía confiar en ella, así que era hora de
las preguntas.
-Quiero...¡un “ICE”!- ahora sus ojos eran enormes, casi como
los de un oso y su sonrisa como si hubiera visto a un alce embarazado.
En fin, fue espectacular ese momento. Platicamos de muchas
cosas. Su ñoño historial de excelencia académica, los osos que tanto le
hicieron apenarse en la secundaria y preparatoria, su comida preferida, etc.
Definitivamente no era la misma Jimena de siempre, era como si solo le bastara
abrir un poco la puerta para ver que ella en verdad se estaba ganando todo mi
universo.
-Verona, Italia.
-No ¿en serio? Igual es mi lugar favorito, mi sueño desde
hace tiempo es ir allí.
-Es el lugar indicado para que tu vida cambie. La ciudad de Romeo y Julieta.
-oye oye…esperate- espeté- yo lo único que sé es que es el
lugar perfecto para…
-Enamorarse- me interrumpió
-Ósea que tu tipo de hombre no es mexicano y vas a ir allá a
buscar tú media naranja ¿no?
-¡Para nada!- se rio, y el cosmos y ella se fusionaron- ¿Me
veo demasiado selectiva?
-Por Dios, tu tono fresa me dice que jamás andarías con
alguien como…Como… ¡el que vende los dulces!- señalé a un chico moreno con
dientes de sable.
Jamás en la vida me había reído tanto como en esa noche,
pero ahora era necesario preguntarle lo fundamental e importante ahora que la
confianza había llegado a nivel “Ya nos tomamos de la mano, tú me gustas
demasiado, tengo que conquistarte ahora o si no me veré demasiado lento y no
volverá a ser con alguien más porque de verdad me imagino contigo cualquier
noche enamorados viendo las estrellas”
-Y el tema sigue aun en el aire señorita – sabía que los
nervios me abrazarían muy pronto y decidí no vacilar más – Tienes novio
¿Verdad?
Se escuchó un serio “NO” de su parte
-Deberías- le respondí –a cualquiera podrías sacarle una
sonrisa o hacerlo feliz o enamorarl.. –
-¿A cualquiera? – me preguntó con una sonrisa algo oscura en
su rostro
-Ok, no a cualquiera, tu sabes, pero a lo que me refiero es
que podrías hacer feliz a alguien que te haga sentir algo bonito, que te haga
ser de verdad quien eres tú.
-¿Tu te sientes así conmigo? ¿Tú eres de verdad quien deseas
ser cuando estoy contigo?
Temblor en las manos, eso nunca falla. Sentí como si se me
bajara la presión y aún así evalué y medite un poco en su pregunta.
Definitivamente si, definitivamente era yo sin ninguna careta, así tal cual sin
actuar algo que no soy y me encantaba serlo.
-¿Y tú? – le pregunté
>>JIMENA
Me acuerdo bien de quién era ese chico que me hizo sentir
algo lindo y único la primera vez que salimos, el lugar en donde fue, y no solo eso sino la
pregunta que me hizo.
-¿Y tú? – me preguntó
Algo se había roto desde que lo había invitado a bailar en
aquella fiesta. En esa ocasión pensé que mi manera de ser con todos iba a ser
igual para con él, pero no, al ver a ese chico que estaba sentado pensé en ser
alguien diferente para él y se lo demostré bailando en la pista, si, aunque él
tiene 2 pies izquierdos y su ritmo esta por las nubes, tenía un buen corazón.
¿El lugar donde comenzó todo? El cine que está en plaza
galerías, fue una noche que jamás, jamás olvidaré.
-¿Tu qué crees? – no le iba a ser fácil la tarea aunque
necesitaba decirle la verdad, ¿Cuál verdad? Algo en su aspecto había empeorado de un tiempo para
acá, sino es que todo en él. Su voz había cambiado demasiado, sus ojos tenían
algo diferente fuera de lo normal, y no mencionar de su cabello, su piel, su
cara, creo que estaba enfermo y necesitaba preguntarle si ya se había atendido
en el doctor, era necesario desde mi punto de vista.
-Que emm…- decía Armando muy seguro de sí mismo- ¿Crees que
la película hubiera estado buena?
Que te gusta ¿Iron Man? No, no, no, una de romance…emm…-
dudó y miró con su cara pálida la cartelera desde el asiento del café del cine
tocándose la barbilla- ..ah ya, Crepúsculo. No no, creo que hubiera sido mala
idea…es la película más nefasta que eh visto en la vida – hablaba como si su
criterio en el cine estuviera basado en su larga carrera historial cinéfila –
Pero estoy totalmente seguro de algo, te gustan ese tipo de películas fresas y
rosas – argumentó en lo que yo reía por la falsedad y hasta por la brusquedad
de sus palabras - ¿En serio crees que no me di cuenta? – me preguntó asombrado
-Pero por favor, ¡es la mejor película del año! – exclamé
sarcásticamente a pesar de que varios ojos saltones que estaban en la cafetería
nos volteaban a ver.
-No eres la más inteligente en esto, en serio no puedo creer
que alguien tan guapa e inteligente no sepa del tema – es obvio, me sonrojé y
desvié un poco mi cara para que no se diera cuenta de que los pómulos me
delataban. De inmediato pensé en algo que desviara el tema, ya lo había hecho
el, ahora me tocaba.
-Oye por cierto ¿Te puedo preguntar algo? – el silencio se
hizo algo frío ante la seriedad de la pregunta
-Pues sí, claro – respondió sin vacilar.
-¿Te sientes bien?- miré sus ojos pretendiendo ver la verdad
detrás de su sonrisa- eh visto que últimamente te ves diferente, de verdad muy
muy diferente, tu voz, tu piel, tus ojos…en serio espero que estés bien-
comenté con seriedad, el asunto para mí era serio.
-Te seré sincero- continuó Armando – la que se está viendo
algo mal, eres tú- ¿Yo? Creo que algo pasa aquí, creo que no es que yo lo vea
mal sino que es algo mutuo. Vaya sorpresa, de verdad no me lo creía. En
resumen, éramos seres “raros” para todo el mundo, excepto el uno para el otro.
<<Diantres. No me basta solo con saber eso, necesito
algo más, solo un poco más>> pensé en lo que me acercaba un poco más a
él.
-¿Puedo tocar tu cara? - ¿se negaría? Digo, no era una
propuesta mala, pero… ya no solo era tocar su mano, sino entender porque lo
veía cada vez más mal.
Nunca había sentido algo tan puro y nuevo en mi pecho. Al
solo rozar su piel y ver cada uno de los límites de su cara, me daba el gusto
de ver también sus ojos y sentir que el corazón se me salía del cuerpo. Su
intención era la que me bastaba, sus ojos delataban que él tenía algo y que yo
necesitaba de eso. Así que poco a poco me inundé en su mirada, total y no argumentando
para mi algún limite, esa noche no la quería tener, quería que me viera como el
solo sabía hacerlo, quería esa mirada en mi mente, sellada en mi corazón,
arrebatándome los suspiros como lo estaba haciendo él, como jamás nadie lo
había hecho y estoy segura nadie lo haría. Su alma era pura y la claridad de la
misma hizo que no me despegara de sus ojos.
No sé si fue instintivamente pero me despegué un poco aunque
seguía tocando su cara, la seguí acariciando tal como si fuera seda.
-Creo que soy yo- le dije- creo que la que está viendo más
allá soy yo Ar…- quería que mi mente regresara del letargo que estaba teniendo
en sus ojos, ni su nombre podía pronunciar correctamente-..Armando.
De nuevo tomó mis manos con cierta brusquedad pero no la
suficiente como para que yo regresara por completo a mi realidad. Se acercó
poco a poco hacía mí; no me despegué, pasara lo que pasara no tenía que
retroceder aunque tengo que aceptar que dentro de todo lo nuevo que estaba
sucediendo, tenía miedo. Lo sentía aunque solo era un leve suspiro, un enemigo
intimo y pasado, un enemigo que quería evitar a toda costa.
Armando cerró sus ojos, yo también lo hice y el universo
estalló por completo. Él, me besó.
No tengo idea de cuánto estuvimos expuestos a que nuestro
corazón se detuviera, pero después de ello, mis ojos se abrieron justo a la par
de los suyos y estoy segura que esa conexión que siempre hay entre los
enamorados, nació entre nosotros.
-Ven- tomó mi mano y se levantó de la mesa en donde
estábamos. Creo que le temblaba la mano pero trataba de sostenerla con firmeza
y sin vacilar para que yo no me diera cuenta de su estado, aunque creo que yo
estaba peor << Que no me ponga como tomate por favor, no quiero que me
vea toda roja>> pensaba.
El frío de la ciudad ayudó a camuflajear mis cachetes que
estaban como ciruelas por los nervios de lo que había ocurrido y aparte de eso
por la forma en que tomaba mi mano. De verdad era todo como si los males que
cargaba se fueran volando con el aire y prometieran un “jamás regresaré”.
-¿A dónde me llevas Armando? – le pregunté mirando las
calles que poco a poco se desocupaban en la noche.
-Que, ¿tienes miedo?
-No pero…- me interrumpió en lo que yo reía entre dientes
-¿Confías en mi?
-Si, pero es que…- de los nervios solo reía sin preocuparme
en realidad por saber a donde en realidad me llevaría.
-Si confías en mí y tienes una corazonada, sígueme-
obviamente si la tenía. Él solo me guiño un ojo y aceleró el paso a trote.
Después de atravesar muchos puestos de comida y de comprarme
una dona y una malteada de fresa, seguíamos a paso rápido hacia un lugar que
por falta de luz no distinguí que era.
-Mis pies – le comenté en lo que corríamos – me duelen. Creo
que es por las zapatillas
-No te preocupes emm… quítatelas- me dijo en lo que yo
detenía el paso, me miró desconcertado y solo me dijo – no te preocupes, te va
a gustar.
-¿y si no me gu…
-¡Confía en mi Jimena!
Me quité las zapatillas y sentí que mis pies se ponían fríos
de la planta pero no lo suficiente como para suponer un pronto resfriado,
aparte de que estaba segura que no era piso, sino césped un poco mojado y
suave, muy suave.
-Listo llegamos- me indicó en lo que se acostaba en el pasto
y ponía sus brazos detrás de la nuca como si fuera una almohada.
-¿Qué?- me vio como si la anormal fuera yo y no él- no
piensas perderte esto ¿verdad?
Poco a poco noté que su cara se vislumbraba más porque la
luz de la luna le daba por completo. Vacilé un poco y me acosté a su lado en un
pequeño absceso de la tierra que parecía un monte pequeño.
-Es hermosa- le dije señalando la luna
-No mas que tu
-Gracias- le susurré- pero aún así no deja de serlo
-Está bien, tienes razón niñita- se aseguró de que lo que
decía lo soltara a todo pulmón- Pero ella jamás llegará a provocar esto – tomó
mi mano y la dirigió a su pecho- como tú.
El boom de su corazón era frenético, alocado y con un ritmo
inusualmente vertiginoso. En cambio creo que al mío le estaba fallando todo.
Estaba entrando en shocks, casi como si lo detuviera el sentir su pecho, su voz
cerca de mí y sus ojos. No sé pero creo,
y espero que así haya sido, me estaba enamorando de ese loco latir, de esa
persona acostada junto a mí que me estaba haciendo sentir lo que ninguna otra
persona en el mundo lograría hacer.
Aun así por un momento pensé en miles de cosas, muchas de
las cuales siempre me habían afectado y no me estaban permitiendo avanzar y
creo que jamás lo harían.
Solamente al volver a recordar a papá, todo lo que sentía en
ese momento, los cientos de emociones y sentimientos que en ese instante
estaban fluyendo en mí, cesaron. Perdí la conexión completa con Armando y
encajé mi mirada en la luna enorme que me hacía recordar muchas cosas que había
vivido con papá.
Mi sonrisa se desdibujó del panorama romántico y como por
arte de magia empezó a punzarme el corazón, no quería perder a nadie en este
mundo de nuevo, no quería volver a ese pozo donde a veces volvía a sentirme,
donde me sentía en la oscuridad y sabía que para mi única mala suerte, no
saldría y nadie me ayudaría.
-¿Qué tienes? – me preguntó Armando
-No, nada- respondí lentamente y él solo miró mi cara de
reojo frunciendo el ceño. Después de ello quité mi mano de su pecho y la
coloqué en el césped.
Silencio, solo se escuchaba la cabeza de Armando que giraba
para verme y saber, supongo, si es que yo estaba bien.
-Dime que es lo que sientes- decía Armando
-De verdad nada solo es que…
-Shh…shh…deja que me responda ella- me confundí
-¿Ella? – le contesté en un susurro en lo que el miraba al
cielo - ¿Quie…Quien?
-¿Qué? No te escucho
¡más fuerte!- giré mi cabeza y lo vi hablar con la luna- ¿De verdad?- puso cara
de sorpresa- Oye pero… ¿lo sabe?
Me reí un poco de lo que trataba de hacer << ¿Hablar con la luna?>>. De
verdad era muy chistoso verlo hablar de esa forma y más que lo hacía de una
manera tan sincera, casi como si ella le respondiera a él, como si ella le
respondiera a un simple mortal.
-No…- seguía Armando – ¡me niego a decírselo! – le reprochó
a la luna y dejó de mirarla
-¿Te dijo algo? – le pregunté sin vacilar. No me contestó,
giró la cabeza y silbó tratando de desviar mi
pregunta- Armando… te dijo algo ¿verdad?
Armando se hizo el disimulado y a veces me veía soltándome
una risita nerviosa.
-No no ¡no! – le dije – ¡Dime Armando!- le sujete de una
mano y lo zangolotee un poco- dime o me iré de aquí- me levanté un poco del
césped
-¿Serías capaz de no escuchar el secreto de la luna?- me vio
con ojos saltones
Me acomodé como niña chiquita en el césped y la miré como
cuando un niño espera su biberón.
-Adelante, adelante – le seguí el juego y moví los pies de
un lado para otro acostada poniendo atención al chico que estaba a mi lado
acostado también- ¡dime ya!
-Ok, pon mucha atención, ¿ok?
-Si si si
-Lo que esta diciéndome la luna…- hacía pausas pequeñas y
susurraba las palabras casi como si él las sintiera y tuvieran mucha
importancia- es que...- se detuvo por completo, tomo aire y continuó – conoce a
todas las parejas del mundo, si, si, absolutamente a todas, pero nunca ah conocido a dos personas que se
olviden de su mundo entero para ver el universo en los ojos de la otra, como
nosotros dos.
Todo, absolutamente todo lo que estaba pensando hasta ese
momento se borró de mi mente y me dediqué a ver su mirada iluminada por la
luna, destilando miles de fragmentos de luz, inundando mi alma y pretendiendo
hacerme viajar de nuevo.
Mi pecho encendió un fuego intenso y tomé su mano. Quería
estar con él, si es que fuera posible para siempre, así, olvidándome de mi mundo, olvidándome del
pasado y sonriendo por encima de la sonrisa de la luna. Pero…no me imaginaba
perdiéndolo, dejándolo ir. Imaginando que la vida me volviera a hacer una mala
jugada y volviendo a lo profundo del pozo, no quería eso. No quería que entrara
hasta el fondo de mi corazón y estar en su ausencia.
<<No Jimena>> pensé <<no estás apta para
caer otra vez, no lo soportarías ni un segundo más. No puede entrar hasta el
fondo, no lo tiene que hacer, no tienes porque sufrir de nuevo, déjalo estar
aquí haciéndote olvidar el pasado, solo eso, eso es lo que sirve>>
Tomé aire y suspiré profundamente fundiendo mis pensamientos
con el tono de voz de Armando.
-Es demasiado sincera – se tocó la barbilla – oye oye, ¿No
quieres escucharla?- se levantó un poco del pasto verde y me miró- ¡es
demasiado sencillo!
-Emmm…- vacilé, mi mente estaba jugando como siempre.
-Ok, eso para mí es un sí- respondió y siguió con su
palabrería- acuéstate y ponte cómoda- continuaba en lo que mi corazón comenzaba
a levantar muros, muros altos y grandes, negando sentimientos, alejando sombras
de algún indicio de amor, elevando a la razón, humillando al corazón-
ahora…respira hondo, muy muy profundo…¿lo haces?- mi sonrisa comenzaba a
desdibujarse de mi rostro, Armando no lo podía ver porque estaba entretenido
con la luna y no quería que me viera negando el sentimiento.
-Aja- respondí fríamente
-Ahora cierra tus ojos- el los cerró, yo me quedé mirando la
luna
No pretendía hacer algo que me hiciera infiltrar a Armando a
mis más sensibles sentimientos internos. Mi plan no era ese. Pasaron 15
segundos y él seguía en su tonto idilio con la luna, yo esperaba ya que
terminara eso, que terminara y estar en mi casa distrayendo mi mente con
cualquier otra cosa que no fuera hablar del corazón.
-¡Hey! Vamos ciérralos- me miró en lo que colocaba en mi
mano una rosa.
Acepté el reto así que solo por unos segundos cerré mis
ojos, pensé que esos segundos serían eternos y creo que así fueron hasta que
una noche, en la sala de mi casa abrí el baúl de mi corazón y supe que él,
Armando, en verdad era mi universo entero.
--
Truenos…
<<…regresa>>
La lluvia caía a cantaros en mi cara y en la de él también,
era el momento preciso de…
Lluvia…
<<…regresa,
regresa>>
Armando y yo estábamos justo en medio del Parque Hundido,
tenía dos años que no lo veía y necesitaba decirle toda la verdad de…
Relámpagos y frío…
<<…regresa>>
Armando trataba de decirme algo pero le pesaba, se le hacía
casi imposible...
-Jimena, no…Jimena, tengo una nueva…- solo se dedicaba a
balbucear eso.
-Armando, estas aquí – le puse la mano en mi pecho tal como
él lo había hecho en nuestra primera cita, mi corazón latía con frenesí- sin
pensarlo te metiste tan adentro…y… ¿Quieres saber la verdad? ¿La única verdad
en todo esto?
Armando estaba mirándome, como si hubiera visto alguna
página de su pasado e intentara regresar de su letargo. Como si hubiera vuelto
al cine, a la luna, al beso…
-Armando…yo… Te amo.
Trueno.
CONTINUARÁ...
CONTINUARÁ...
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